FMI y Banco Mundial en su laberinto ideológico. Hace unos años, Dominique Strauss Khan (Director Gerente del FMI entre 2007 y 2011, esto es en la época en la que se comenzaron los rescates a Grecia) publicó una nota de prensa titulada “Aprender de los errores” en donde explica las equivocaciones que tuvo el Fondo Monetario Internacional a la hora de analizar la situación griega y en el diseño del plan de ayuda. Publicada unos días antes del anuncio de Grecia de no hacer frente al pago del plazo de la deuda y de la contrapropuesta de Tsipras de renegociación de ésta sin contar con el FMI, introduce un factor más de crítica a la situación de este organismo internacional.
Esta semana nos hemos encontrado con una situación parecida. Paul Romer, Economista Jefe del Banco Mundial sugirió que el famoso informe de competitividad, Doing Business, sobre Chile estaba mediatizado políticamente en contra de la Presidenta Bachelet. Los indicadores del Banco Mundial sobre las posibilidades de montar una empresa parten de la idea de que menos regulación es mejor que más regulación, lo que determina que el Derecho anglosajón es mejor que el continental para el crecimiento económico y que la introducción de políticas alternativas al modelo, como podían ser las de la dirigente socialista, estaban mal vistas.. El sesgo ideológico resultaba palmario aprovechando además el prestigio de una institución como el Banco Mundial. No se puede olvidar, en este sentido, la correlación de fechas del estudio del Banco Mundial con la aprobación de la Directiva de Servicios.
Ni lo primero ni lo segundo me sorprende. Parece que es conveniente analizar cómo actúa una de ellas; partiendo de su devenir durante los años de la crisis económica y a la hora de plantear soluciones a la misma. Lo hago partiendo de lo que tiene de positivo el FMI, que no tiene el Banco Mundial, que son informes de auditoria interna bastante críticos con su funcionamiento.
Al FMI le tocó la lotería cuando la Unión Europea empezó a configurar los planes de rescate tras la crisis de la banca privada de 2008. Hasta entonces su papel se había diluido progresivamente en un contexto internacional en el que otros podían ocupar su papel. La Unión Europea necesitó al FMI para diluir su responsabilidad política antes de aplicar un durísimo plan de ajuste carente de sentido, tal como había ocurrido en otros momentos. Stiglitz ya nos había puesto sobre aviso con anterioridad sobre el hecho de que en muchos casos habían realizado análisis ideológicos de los problemas que les impedía tomar una decisión correcta sobre cuál era el problema y cuál era la realidad sobre el que habían de aplicar unas recetas económicas que en muchos casos han hecho que “el dolor padecido por los países en desarrollo en el proceso de desarrollo orientado por el FMI y las organizaciones económicas internacionales ha sido muy superior al necesario”.
Sea como fuere, a partir de 2008 pasó a ser un actor relevante en la configuración de las poliicas económicas posteriores a la crisis. Más allá de que las soluciones nos gusten mas o menos ¿cuáles son los datos relevantes del desarrollo de su actividad?
Si lo resumiéramos en un párrafo, el retrato no sería muy favorecido: “la capacidad del FMI para identificar correctamente los crecientes riesgos se vio obstaculizada por un alto grado de pensamiento de grupo, captura intelectual, una tendencia general a pensar que era improbable una fuerte crisis financiera en las grandes economías avanzadas y enfoques analíticos inadecuados. Un débil régimen de gobierno interno, la falta de incentivos para integrar el trabajo de las distintas unidades y plantear opiniones disidentes, y un proceso de revisión que no lograba establecer todas las conclusiones necesarias o asegurar que se siguieran todos los pasos necesarios también fueron factores importantes, en tanto que las limitaciones políticas posiblemente también hayan influido en cierta medida”.
Este fragmento no procede de la última asamblea de la izquierda bolivariana sino un informe de auditoria interna del propio Fondo. Concretamente se trata del estudio de ll Oficina de Evaluación Independiente del Fondo Monetario Internacional; Desempeño del FMI en el período previo a la crisis financiera y económica: La supervisión del FMI entre 2004-07, publicado en 2011 y que el lector interesado puede encontrar en este enlace.
Se me podrá señalar que el informe se refiere a la actuación del FMI anterior a 2008 y que, con el informe de autoditoria ha podido cambiar. El comunicado de Strauss Khan señalan fallos tan graves que no parece que se hayan rectificado los errores. Lo indicado por Bromer va en la misma dirección. No puede ser que el FMI desconozca la situación de la estructura de país, de su administración, antes de dar sus recomendaciones. No puede ser que el esquema sea manifiestamente asimétrico (como reconoce el exdirector gerente) ni que se señale, como reconoce el propio Strauss Kahn, que la Oficina de Evaluación Independiente considere que “las proyecciones sobre los efectos de las reformas eran muy optimistas”. Un economista jefe del FMI no deja caer que ha habido elementos. No puede ser que se cercene la capacidad de autoconfiguración de un país, como ha hecho el Banco Mundial con Chile.
Todos estos errores son la manifestación de que el FMI o el Banco Mundial no actúan de forma razonable. Es cierto que tiene el pecado de todas las agencias de creer que en ciencias sociales hay una única solución correcta y que se puede aislar de influencias políticas. Ellos hacen políticas con cada una de sus decisiones, En este caso, ni siquiera aplica bien sus propios planteamientos ideológicos. Pero lo más grave es el silenciar la opinión disidente. No pensar que se está en el error le hace ser contumaz en el mismo.
Están presos de unos planteamientos ideológicos que defienden la aplicación de los principios del consenso de Washington como única receta económica, a pesar de que algunos de dichos principios están entre las causas de la crisis y otros están ocasionando graves problemas sociales. Y ello sin la posibilidad siquiera de exigirles responsabilidades ya que quedan fuera del ámbito de actuación de los órganos de representación democrática.
Por ello sería tan conveniente que estas agencias administrativas de gobierno global se reformen y se sometan a criterios de transparencia, responsabilidad y pluralismo tanto en sus decisiones como en la contratación del personal. Algo de lo que estamos muy lejos de conseguir.